miércoles, 17 de julio de 2013

BORDENAVE EN SEPIA (I)


Salgo de casa (la natal, “el rancho” como dice el viejo). Largo la puerta mosquitero (en la que trepa el gato) e intento de un pique llegar a la tranquerita de madera, con la  “H” de metal, antes que suenen los 2 golpes del efecto “rebote” que tanto agradan a mamá.

Frente a mi una hilera de pinos y en frente solo baldíos que me permiten ver la casa de Don Juan Neumann, a la izquierda se recorta el galpón de chapa. Allí guarda su camión el Cabezón Infante, trompa amarilla y caja roja, siempre cargado de tubos de gas y de algunas maldiciones….

Doblo a derecha y salgo por la ancha entrada de casa, una fila de tamariscos separa un “potrero” arenoso y con rosetas que nosotros convertimos en cancha de fútbol, con la casa de don Ciriaco Lastra.
La casa de don Lastra es de adobe, más bien baja y con un amplio patio. La guitarreada de anoche a la luz de la luna duró hasta altas horas de la madrugada. (No se ponían de acuerdo con la Sra.de Pardiño en que tono interpretar la chacarera).

Subo a mi bicicleta desvencijada, la calle frente a casa, huele a tierra mojada, notición: pasó el regador. Agradable sensación sentir ese aroma, ver las gotas que mojaron la tierra arenosa, la volvieron marrón y aplacaron los efectos del viento Pampero.

Cruzo la primera cuadra, (donde hoy se emplazan el tanque de agua y el Jardín de Infantes), a la derecha un terreno ondulado que suele ser ocupado periódicamente por una mezcla de circo con parque de diversiones que hace las delicias del pueblo. No recuerdo su nombre, si el de su payaso: Chapa-Chapa.

Doblo a la derecha por la actual Adela Neumann (perfecta conjunción entre nombre y calle. En ella se sitúan su casa natal, el Jardín, la Escuela y el Colegio Secundario). Adela y educación para muchos de nosotros son sinónimas.

La vieja me mandó a “hacer los mandados”. El periplo arranca por comprar carne en lo de Castilla (serenidad es su segundo nombre), debo retirar unos zapatos en lo de “Bocha” Melchor, el vértigo de subir esa escalera angosta y empinada, se compensa con el agradable perfume a cuero y betún de su taller. Suele estar con su gorro blanco porque además de zapatero, es pintor.

En frente, como siempre, la Escuela primaria N*9, en sus fondos funcionó el Jardín Infantes que me tuvo como alumno, mas tarde en tiempos de mi hermano se mudaron a la actual Casa de la Cultura.

Esa esquina supo tener un monumento en el centro que hacia las veces de rotonda, luego el monumento pasó al frente de la Escuela.

En el edificio escolar amarillo, con su clásico bolseado, también arrancó la EEM N*1, luego con coqueto edificio propio, se mudaron una cuadra.
Prestigiosos profesores poblaran sus aulas, una pareja venida de Bahía (altos los dos) harán que las matemáticas y la contabilidad sean un juego de niños para sus alumnos. Dicen que él tiene futuro en la política….

La cuadra siguiente alberga el lugar menos deseado, lo de Santiaguito Curzi, si veo muchos autos estacionados, sonamos…. somos uno menos.
En frente la casa de Lito Meder y su sumillería, al lado lo de Estrada, (el policía). En la misma línea la Cabina Telefónica, tiempos en los que una llamada a Bahía Blanca tenia 2 horas de demora.

Doblo a la derecha, mi próximo destino lo de Ciambotti, entro, abro la puerta y el particular tintinear de su puerta me recibe. No está tras el mostrador, se abre la puerta, aparece (impecable como siempre) y le pido un chicle Jirafa.

Salgo, me desinflaron una goma de la bici (graciosos), paso por la gomería de Dubal y la inflo. Antes, desde la esquina una voz aflautada me pregunta: “¿Cómo me llamo yo?”  Ricardo Cossie, respondo dos o tres veces ante la misma pregunta.

En la esquina en la que hacen diagonal la cancha de fútbol y “La Usina” (después Coop.Eléctrica) todavía remolinean papelitos arrojados en el último clásico Unión-La Angelita. Todavía retumban en mis oídos, la bocina del camión del Vasco Arana y el clásico: “Hay laucha en la galleta!!!!”.

Doblo a  la izquierda, don Marcelino Fuchs carga sifones para el reparto, del señor que recarga baterías de autos no me acuerdo el apellido (era Pascal?).
En la esquina me encuentro a Don Ocampo que viene de su taller, como al pasar pregunto cuando llegan sus hermosas nietas.

Pasá por lo de Pedro Pauletich que dejé un eje para tornear, me dijo el viejo. Entro al taller le pregunto y muy amablemente me dice: “No rompas las b… no ves que estoy re ocupado, con laburo hasta el cuello”…(otras maldiciones me despiden). Salgo raudamente parado en los pedales, vuelvo mas tarde……si junto coraje.

Sigo, en la esquina el almacén de Joselito Ramos, en frente, todo de chapa, el taller de electricidad del automotor del “Astronauta” y su infaltable curita en la oreja.

Esa misma calle, de frente al monumento al Gaucho, supo tener un boulevard en el medio con arcos metálicos rojos, bancos de cemento y plantas.

De un lado la panadería de R.Tetilla, luego lo de Santiaguito Curzi (mientras te corta el cabello, te vende una bici, carga una garrafa y te muestra cuchillos de caza o cañas de pescar); la primera farmacia funcionó en el bello edificio contiguo y luego el bar de Sánchez Bajo.
 En la vereda opuesta, la casa de García (gerente de Coop.Mi Casa) en algún momento la tienda de Steimbach, la carnicería de Jacinto y la panadería de Ventura López.                                                                           

A comprar el diario en lo de Nidia Sánchez, unas revistas en lo de las hermanas Rueda, y lo que se te ocurra (desde kerosén, un par de alpargatas, platos, especias o una tranquera) en lo de Lalo Casalá.

El negocio de los Nacud, el consultorio del Dr.Merlinsky (quien no pasó por allí) el viejo Correo con su jefe C.Cochella, que a su vez es fotógrafo y el Club Unión.

En frente el salón de la Coop.Mi Casa, la carnicería de Vialare (hombre de a caballo) y la tienda de Bechara que sigue hasta nuestros días.

Me vuelvo a casa, sino no comemos, tal vez otro día les cuente del resto de mi pueblo, que tanto amo, en otros tiempos y según mis recuerdos.



Rodrigo “el nostálgico” Holzmann.




PD - Se aceptan correcciones de apellidos, lugares y momentos. 

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