viernes, 23 de agosto de 2013

BORDENAVE EN SEPIA (II)

BORDENAVE EN SEPIA (II)


Retomando el recorrido en el mismo pueblo, pero en distinto tiempo; de la vereda del Club Unión cruzo al negocio de Tita Funaro, allí las tapas metálicas con una bochita negra guardan el más preciado tesoro: riquísimos….helados.

Salgo, avanzo por la vereda del Club Unión, un portón siempre abierto deja ver una cancha de básquet cuyo piso de baldosas es un desastre, los tableros son de madera y las líneas están borrosas. Igual Don Ocampo, durante el verano intentará darnos alguna lección de un rudimentario básquetbol, con poca suerte, somos un desastre.

Pegado, el boliche de Cholo Iglesias, entro, algunos parroquianos apuran una caña, otros buscan gente para el truco, el mus o el chin-chon. Cholo, hombre tan serio como sabio, te puede medir el empacho, te da buenos consejos y te canta la justa en varios temas; siempre con absoluta discreción. (Mi respeto eterno).

Me despido, y desde la esquina veo la estación de servicio de la Coop.Mi Casa, Marchetti despacha nafta, mientras una camioneta cargada de tambores espera turno para el gas-oil.

Doblo a la derecha, en las altas puertas de madera pintadas de bordo de la Sociedad Española hay pegado un afiche. El mismo reza: “Sábado Gran Baile Popular, tocan Godo y Los Winders” (mas tarde los Merry Boys) habrá esmerado servicio de cantina”. Tiempos en que se compraban barras de hielo, se ponían en piletas para enfriar las bebidas y el baile finalizaba cuando se cortaba la luz.

En la misma vereda, la casa de Chocho (po po po po) y tía Celestina, mujer aguerrida capaz de criar pollos, lechones, terneros o unos pajarracos feos que solían pararse en la pared de entrada a la Sala de Primeros Auxilios, que está justo enfrente.

Vuelvo sobre mis pasos, próximo destino la Cooperativa Mi Casa, entrar allí se me figura como entrar a una especie de Shooping local. En la tienda Lila, en la caja mi tía Tita (rodeada de cosas dulces y ricas), Cacho Estrada, Nelson Sánchez, en la ferretería (siempre impecable) mi tío Romancito y Nino Lores, de fondo un clásico: LU2.
Movimiento en el Corralón, camionetas cargando alambre, palos, chapas; gente comprando en el supermercado y otros subiendo al 1er.piso, donde se habla de números (venta de trigo y vacas) y estados de la cuentas corrientes. Los viernes reunión de Directorio. Tiempos en que se hacían las compras,  se colocaban en las cajas de las camionetas, quedaban allí durante horas y nunca faltaba nada.

Dejo la “Mi Casa” y por la misma vereda llego frente al monumento al Gaucho, en diagonal se erige el edificio de la otra cooperativa: “La Federación”. Entro, hermosa construcción con pisos grises e impecables. Ramos y Bond atienden el almacén, en la ferretería (una de las mas surtidas del partido de Púan según mi padre) Coco Sánchez y su guardapolvo azul. A la izquierda se accede a la administración, recuerdo a M.Magro y sus mangas blancas. Afuera galpones abarrotados de materiales para el campo y sobre la calle despacho de combustible.

(Una breve vuelta al presente: una creada en 1935 (Mi Casa)  y la otra en 1948 (La Federación) ambas cierran sus puertas en la “nefasta” década del 90.  Casualidad? No, para mí que neoliberalismo y su correlato el egoísmo.

Seguramente algunos “personajes” ayudaron a sus caídas, sin embargo, vaya el reconocimiento para directores, socios y sobre todo empleados que le pusieron el hombro hasta el triste final.)

Sigo el viaje en el tiempo, sobre la misma cuadra el Hotel-Bar Colon, pisos de maderas, mesitas para los naipes y cancha de bochas. Pregunto a que hora pasa el “El Zorzal” para Bahía Blanca, me contestan que para variar viene demorado. Colectivo en el que se podía viajar sentado, parado o no viajar, según la cantidad de pasajeros. Bólido que podría participar en el Paris-Dakar, no transitaba por asfalto, sino por algo parecido a una calle en el tramo entre 17 de Agosto y Chasico.

Doblo a la izquierda en la otra esquina la tienda de Tito Nacud, en frente supo estar el estudio contable de Tizón (cuando eran Réditos y no Impuestos) y pegado el negocio del “lungo” Ortiz.

Doblo a la derecha, antes de llegar a lo de Roberto Brunesky y su colección de “hierros antiguos”, en el terreno contiguo se emplaza una cancha de Papi Fútbol, noches de verano en los que campeonatos “picantes” eran protagonizados por equipos locales y en los que por los altoparlantes se podía escuchar el clásico “GooolAAA” de don Marcelo Magro.

Vuelvo a casa pensando que mi pueblo seguramente será como muchos otros, y sin embargo, tengo la certeza de que su belleza es particular y se mantiene a lo largo del tiempo.
Siento también que no se trata solo de sus calles, su plaza, sus edificaciones o su vegetación.
Es eso, pero sobre todo es su gente, la de antes y la de ahora. La que vivió toda su vida allí y los cientos que diseminados por la ancha geografía de la Argentina tenemos grabado en lo mas profundo de nuestro corazón este pintoresco pueblito al costado de la vía.

Rodrigo (de La Previsora a Bordenave) Holzmann
  

domingo, 11 de agosto de 2013

LOS 70 AGOSTOS DE JULIO




Nació un 8 de Agosto de 1.943 en la calurosa Santiago del Estero.

De pequeño junto a su mamá Julia y su hermano Tito cambiaron la calma y calurosa Santiago por la “marina” y ventosa Bahía Blanca.

Ya de purrete supo que la cosa no iba ser fácil, el yugo y el laburo serán su marca en el orillo, cosa que no abandona hasta el día de hoy.

Ser canillita, repartiendo diarios, fue una de las primeras maneras de recaudar una moneda en tiempos difíciles.

Supo ser también, jinete, montando un petizo mañero al que con la fusta bajo el brazo tripulaba al galope largo por las calles de la bahía.

Buen alumno en la escuela, los números eran para él un juego de niños, lamentablemente el secundario quedó trunco porque había que parar la olla.

Fierrero de alma, los frenos de los autos fueron su especialidad. Los polvorientos caminos del país contaron con su presencia acompañando coches de carrera en tiempos en que todo era a pulmón.
Tal vez por eso uno le colapsó, le abrieron media espalda, se lo arreglaron y se lo dejaron como nuevo.

Ya de más grande empezó a laburar en Autonautica. Múltiples peripecias poblaron su derrotero por el negocio de la venta de repuestos de autos.

Si de algo estoy seguro es de que el tipo le puso el alma, y sobre todo el cuerpo y la mente a su trabajo.

Tranquilamente podría rebautizarse “Autonautica Fino” a la empresa, ya que los inventarios y el desarrollo de la empresa tienen todo que ver con su esfuerzo.

No solo de trabajo vive el hombres, tan es así que una rubia linda y de ojos celestes ganó su corazón, de manera tal que Olga (la rubia en cuestión) sigue siendo su fiel compañera.

Juntos y ladrillo a ladrillo construyeron lo que es hoy su bello hogar.

En el mismo hará su aparición, luego de algunos amargos intentos, su primera hija, Fabiana y más tarde su hijo menor Federico.

Como tiene habilidades varias, supo construir hamacas y juguetes para sus hijos, en tiempos en que ir la juguetería era un lujo.

Supo andar en moto, en un  4 L, en un Dodge polara, cuando yo lo conocí tenia un Dodge 1.500 blanco, (tenia uno amarillo), se pasó a la escudería Fiat con un par de Dunas, hasta llegar al pituco Corsita de hoy.

Paradojas de la vida, parece mentira que un santiagueño sea tan eximio marino. Hombre de mar, los meandros de la ría los conoce como la palma de la mano.

Arrancó a remo y del motorcito de medio HP paso al “cañón” actual del motor Honda que lo pone al instante en el destino que decida.


Bellos momentos los de pescar en bote. El ondular del mar, la charla tranquila, el vinito en el Jarrito Comunitario (que nadie como él prepara), los sándwich de Mamina, algún salame y la alegría del buen pique.

 Siempre nos “cagó literalmente a pelotazos” en cuanto a tamaño y cantidad de peces, para mí que tiene algún secreto que jamás nos va a develar.

Jugador de paddle empedernido, su saque suele ser veneno para sus contrincantes y suele calentarse cuando le ponen “viejos” y no puede correr.

Hombre que supo desarrollar diferentes aspectos de las bellas artes, a saber: cantante de tango, juglar que  recita (la del llobaca es su hit más conocido) y tiene la exclusividad en la ejecución de un Extraño Instrumento. Extrae de su bolsillo un simple peine y con un pedazo de nylon es capaz de “blusear” mejor que un negro de Nueva Orleáns.

Ya comenté su capacidad como marinero, sin embargo su principal embarcación está en tierra firme. Esa nave es sin duda su familia. Lo sé porque yo entré intempestivamente y por la ventana, y a pesar de ello, me recibió con los brazos abiertos.
No puede hablar de su compañera Olga en público, sin la presencia de esa humedad salada en los ojos, cuando recuerda lo que vivieron juntos.
Por sus hijos dio, da y dará lo que les haga falta y mucho más. Que decir lo que significan sus nietas: kilómetros recorridos en sus traslados, mesas tendidas y siempre su mano ofrecida para lo que ellas necesiten. Como éramos pocos también llegaron los nietos (los novios de las chicas) que lo acompañan en diversas aventuras.

En fin, cuando uno recién lo conoce le parece un tipo duro e inaccesible. Nada más alejado de la realidad. Tipo sensible y con la emoción a flor de piel, ante determinadas circunstancias se le arruga la pera; le brotan lágrimas y dan ganas de abrazarlo.

Querido Fino, viviste una vida intensa y sacrificada. Pero si se me permite es una buena vida. Seguramente los que te queremos (la mayoría hoy aquí presentes) deseamos que vivas muchos años mas, disfrutando intensamente, ya que sin dudas hiciste todos los merecimientos para lograrlo.   


Abrazos de Rodrigo.