lunes, 30 de septiembre de 2013


UNA PIEDRA SOLLOZA
EN LOS DEDOS DEL INVIERNO


Una piedra solloza su oscuro lamento de frío y soledad.
Atrapada en los dedos del invierno que son agujas de escarcha lacerando su piel.

Una piedra solloza, olvidada en la montaña.
El llanto gris y rocoso de quien no deja descendencia.
En los dedos del invierno, el viento es un guante que la
acaricia para mitigar su dolor.

Una piedra solloza su destino de quietud. En los dedos del invierno brota el manantial, que trocará en corriente indómita y la arrastrará por caminos insospechados.
         


LOS SUEÑOS SE ALARGAN SOLITARIOS
EN EL OLVIDO DE LAS HORAS.


Los sueños se alargan solitarios como espectros reflejados por una luz mortecina.
En el olvido de las horas, el tiempo se desvanece como arena entre los dedos.
Sueños, espectros, olvido y tiempo, ingredientes de esa argamasa mixturada por los dioses y al que nombraron: Hombre.
En el olvido de las horas, tiempo y espacio se hacen Uno.
 La fragua celestial que todo lo funde los hace materia prima de los sueños.
Los sueños se alargan solitarios, niegan al tiempo, se burlan del espacio y emprenden su propio y onírico camino.



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